Crepuscular... Así podría definir el escenario en el que me hallada. Poco a poco, el lucero sol se escondía tras el horizonte regalando los últimos momentos del día; una verde pradera bañada por el tono anaranjado y violaceo del atardecer. Una fina capa de nubes se arremolinaban alrededor del lucero, tiznandose con reflejos dorados, anuncio del proximo e insondable final. La brisa acariciaba la hierba, fresca por las gotas de lluvia caidas momentos antes y que habían limpiado mi maltratado cuerpo y acallado la angustia de mi alma. Una bandada de pajaros cruzaba el cielo como una flecha y, arrastrada por el viento, una dulce melodía entonada por una voz de mujer, joven y elocuente, como una nana, calmaba lentamente mi espiritu luchador y cerraba mis pesados parpados llamados al descanso.
Por fín, el dolor había desaparecido. El sosiego y la plena tranquilidad, calma tras la tormenta, se acurrucaban a mi lado meciendome en esta realidad que se me antojaba tan irreal. Sumido en un sueño onírico me sentía mientras esperaba mi cita con la joven anciana. Los destellos naranjas iban pasando en una evolución armonica a un oscuro tono entre marrón e indigo. La brisa cesó y, al cerrar mis ojos, todo se sumió en la oscuridad. Aislado, perdido en un mar de lagrimas y frio yermo de sombras, no sentía otra cosa que paz, ya no habría mas dolor, ya solo quedaba descansar. La sensación de la ausencia me abruma, la cruel herida que desde hacia años ardía en mi pecho amenazando con consumirme y destrozarme, se había ido, se había marchado. Este vacio era al mismo tiempo una enmienda, un regalo de descanso tras años de sufrimiento pero, al mismo tiempo, me hacñia sentir vacio... me faltaba algo.
Mi respiración se calma, mis musculos se ralajan, mi espiritu, indómito, por fin suelta sus cadenas, libre, sabiendo que solo le cabe la paciencia. Mi corazón, tan maltratado con los años, nunca satisfecho, nunca acariciado, se adormece. Mi cuerpo ya no es mi cuerpo, me siento ajeno, exterior. La joven anciana alfin llega a verme, susurrandome al oido una bella nana. El sol se vá, el ultimo respiro de mis pulmones se escapa. Me voy, me despido, me voy.
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